martes, 26 de febrero de 2013

El Dialecto Andaluz

El dialecto andaluz es una variedad lingüística del español aceptada por la Real Academia de la Lengua Española, al igual que el extremeño, el canario ,etc. El andaluz, además de hablarse en Andalucía, se localiza en Ceuta y Melilla. 

 Sin embargo, es el dialecto español que sufre más críticas y el que más se califica de “inculto”, pero precisamente es criticado por personas incultas, que seguramente no conocerán que en todas las lenguas existen variaciones lingüísticas según la zona geográfica (variedades diatópicas). Pero lo más alarmante es que algunos andaluces también procuran hablar en una variedad más próxima al “castellano central” en público, porque su habla es calificada como "basta" o "burda". Esto es algo que debemos erradicar. 

 Ciertos motivos políticos, sociales e históricos han llevado a creer a muchos españoles que el andaluz no es un dialecto sino una rudimentaria y aleatoria deformación del castellano, cuando se trata de variedad y enriquecimiento cultural. Es usual, por ejemplo, usar el andaluz en diálogos humorísticos buscando un efecto cómico. De esta manera, ha existido tradicionalmente una visión negativa del dialecto andaluz por parte de los hablantes de otras variedades lingüísticas de España. De hecho, existen referencias que desprecian, rechazan o condenan al andaluz desde hace incluso 500 años. Desde el siglo XIX la concepción negativa del andaluz se ha apoyado en dos creencias erróneas.

 Por un lado, que el andaluz es una "deformación vulgar" del español "correcto", lo cual es una idea extralingüística. 

Por otro, que el andaluz es producto de la ignorancia y del atraso cultural de los andaluces, lo que obviaba dos hechos fundamentales: la antigüedad de los rasgos dialectales andaluces es muy anterior a la crisis socioeconómica andaluza; y el hecho de que el andaluz no sólo se caracteriza por sus rasgos fonéticos, sino también por un abundante léxico propio y por rasgos morfosintácticos y semánticos propios.

 Estas ideas parecen ligadas al hecho de que muchos hablantes de variedades septentrionales entraron en contacto con el dialecto andaluz por medio de inmigrantes y obreros con poco prestigio social a áreas industriales del norte. El bajo prestigio adjudicado a esas personas y la marginación de que fueron objeto se extendió a las variedades lingüísticas habladas por ellos. Ese desprestigio y discriminación ha sido objeto de diversas declaraciones políticas polémicas. A esta idea negativa del andaluz en la conciencia colectiva de los hablantes españoles de otras variedades, se sumaba la existencia de un influyente grupo de andaluces que a lo largo de la historia han rechazado el andaluz, intentando adaptarse voluntariamente a la prestigiosa variedad escolar basada en el lenguaje escrito. Esto puede explicarse debido a que la educación, el prestigio social y la cultura académica, siempre han ido unidas en Andalucía a la lengua española culta, mientras que la forma dialectal andaluza siempre se ha identificado con lo popular e iletrado. Por ello puede decirse que tradicionalmente en Andalucía se ha producido una fuerte diglosia, que siempre ha relegado al andaluz a la oralidad y a registros lingüísticos familiares y cotidianos.

Pero nosotros, los andaluces, podemos cambiar esto. Sintámonos orgullosos de nuestro dialecto, uno de los más hablados de la Península, y que constituye un pilar fundamental dentro de la lengua española.

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